Se trata del Pbro. LUIS MIGUEL MODINO, quien con oportunidad del Encuentro de la OCSHA (Obra de Cooperación Sacerdotal Hispanoamericana) que tuvo lugar en Pilar (ver noticia anterior) nos visitó en el Obispado, unos días antes del mismo. Sacerdote de la arquidiócesis de Madrid, quien desempeña su ministerio como cura párroco de Itaetê, en el Nordeste brasileño, en la diócesis de Rui Barbosa, el mencionado presbítero había sido compañero de arciprestazgo (decanato) de Mons. Marcelo Monteagudo, Delegado para las misiones, durante el ministerio de este último en la parroquia de la Resurrección, de Madrid. A solicitud de la dirección de «Infodiócesis» el P. Miguel nos brindó el siguiente testimonio acerca de su misión en Brasil:
“Soy el Padre Luis Miguel Modino, misionero español en Brasil, estoy visitando al Padre Marcelo Monteagudo y esperando para participar en el encuentro de misioneros de las OCSHA que se celebrará la próxima semana en Pilar. Monseñor Oscar y los responsables de«Infodiócesis» me han pedido que escribiese sobre mi experiencia misionera para colocar en su hoja diocesana.
Desde hace tres años y medio estoy haciendo un trabajo misionero en los municipios de Andaraí e Itaetê, pertenecientes a la Diócesis de Ruy Barbosa en el estado de Bahia (Brasil). Está diócesis está enclavada en la región semiárida del nordeste brasileño y es una diócesis donde la mayoría de la población es pobre, no sólo económicamente, sino también cultural y socialmente. Muchas personas son analfabetas funcionales, el sistema de salud es altamente precario. La gran mayoría de las familias sobreviven con las ayudas sociales del gobierno.
Es una diócesis de unos 25.000 km cuadrados, dividida en 23 parroquias y más de 700 comunidades, que son acompañadas por 20 padres, la gran mayoría misioneros de fuera de la diócesis. El trabajo a realizar es grande y difícil (las sectas están entrando, sobre todo en las ciudades, y con falsas promesas están haciendo que mucha gente pase a formar parte de ellas). A veces uno tiene la sensación de que no llega a todo lo que debería, pero la verdad es que las circunstancias no son fáciles, pues el trabajo a realizar es demasiado grande. En mi caso acompaño dos parroquias, que en total tienen 54 comunidades en una extensión de 3.000 km cuadrados, con carreteras en muchos casos impracticables, a lo que se unen otros trabajos diocesanos. Me intento hacer presente en las comunidades cada mes y medio y el trabajo del día a día es realizado por laicos, que llamamos animadores de las comunidades, que celebran la Palabra todas las semanas e intentan acompañar el día a día de la comunidad.
Junto con dos comunidades religiosas, una en cada parroquia, hacemos un trabajo de formación con los líderes de las comunidades para que ellos puedan hacer su trabajo pastoral con más facilidad.
En este tiempo puedo decir que he aprendido muchas cosas con las personas que acompaño. Sin duda he descubierto una experiencia de Iglesia diferente, he aprendido a ver el mundo con unos ojos nuevos, a valorar mucho más las cosas, a descubrir que se puede ser feliz sin muchas cosas que en Europa son consideradas imprescindibles para vivir... También he aprendido a tener más fe, a confiar en la providencia divina, descubriendo que Dios nos da mucho más de lo que necesitamos para vivir, a ver como desde la simplicidad las personas pueden ser testimonio de Dios en la vida de los otros.
Ser misionero es una llamada que Dios nos hace para ser presencia suya en medio de las personas, ayudándolas a crecer humana y espiritualmente, a descubrir sus potencialidades, que no son menos que nadie, que nadie debería sentirse superior a nadie... Ser misionero es acompañar el proceso de fe de las comunidades, escuchar los anhelos de las personas para ayudarlas a crecer en esperanza, pero sobre todo es tener capacidad para escuchar lo que las personas están buscando, abrir los oídos más que la boca...
Un cordial saludo. P. Luis Miguel Modino”
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