Tuesday, November 01, 2011

Encuentro del Obispo Mons. Oscar Sarlinga con los candidatos al diaconado permanente y sus esposas en Escobar

Luego del encuentro anual con los diáconos permanentes (ya ordenados) en la diócesis, que tuvo lugar en septiembre, el Obispo Mons. Oscar Sarlinga mantuvo esta vez un encuentro en Escobar (en instalaciones del Movimiento Apostólico de Schoenstatt) con los miembros de la Escuela de Ministerios de la diócesis, y candidatos al diaconado permanente, junto con sus esposas. El encuentro comenzó con la Santa Misa presidida por el Obispo en el llamado "Santuario" del Movimiento de Schoenstatt, y prosiguió con un ágape fraterno y por la tarde con distintas pláticas a cargo de Mons. Dr. Santiago Herrera (rector del Seminario y a la vez director de la Escuela de Ministerios) y del Pbro. Lic. Pablo Iriarte, sacerdote colaborador en distintos movimientos de pastoral familiar y psicólogo egresado de la Universidad del Salvador, el cual además de algunas prácticas ejerció también algunas dinámicas comunicativas entre los matrimonios presentes.
La mayoría de los diáconos permanentes existentes en la diócesis de Zárate-Campana (12) son casados y con hijos, aunque dos de ellos son célibes y uno de los candidatos a la ordenación ambién lo es, con lo cual se ratifica que dicha "vocación específica" con el sacramento del orden sagrado en el tercer grado puede realizarse tanto dentro del matrimonio como en la vida célibe, no en orden al sacerdocio sino como ministerio ordenado, configuración con Cristo Servidor. Así lo entiende la comunidad diocesana y es por ello que la recepción de los diáconos en las parroquias ha sido muy positiva y se ha dado en un contexto de aumento, perseverancia y santificación de las vocaciones sacerdotales, estando incluso alguno de los diáconos permanentes en la obra de promoción de las vocaciones sacerdotales y religiosas. La última ordenación diaconal que confirió Mons. Oscar Sarlinga fue el día sábado 29 de octubre, al Sr. Oscar Cabrera, casado, padre de 9 hijos, dedicado a la evangelización, la catequesis, la escuela de monaguillos y la caridad social (forma parte de la Asociación de fieles "Nuestra Señora de Lourdes" con sede en un barrio muy careciente del partido de Pilar). La ceremonia tuvo lugar en la iglesia de la Inmaculada Concepción, en Maquinista Savio (localidad ubicada exactamente en el límite entre los partidos de Escobar y Pilar, en la zona más densamente poblada de la diócesis).
El Plan Pastoral de la diócesis de Zárate-Campana delinea los trazos más salientes del diaconado permanente en la diócesis. Es un Plan abierto a concreciones, y de hecho ya han comenzado a realizarse las consultas para su revisión en el año 2012, como estaba previsto. A comenzar desde el Espíritu, esto es, en promover entre los ministros ordenados una profunda experiencia de Dios que alimente el seguimiento e imitación de Cristo «Buen Pastor». El diácono permanente ha de fomentar de modo también «permanente» una mayor vivencia de la comunidad católica, e impulsar la Nueva Evangelización como la entiende la Iglesia, viviendo el ministerio ordenado desde la perspectiva de la caridad pastoral, así como reavivar con la gracia de Dios el carisma recibido, a través de una sólida formación permanente.

El Obispo como Sucesor de los Apóstoles ordena diáconos permanentes, después de un previo discernimiento vocacional, principalmente a través de la Escuela del Diaconado Permanente, una vez comprobadas tanto la idoneidad y formación para este ministerio como la vinculación con la comunidad (que es esencial), y en razón de las necesidades de las diócesis. Es la diócesis la que está llamada a crear concretamente los espacios necesarios para que los diáconos colaboren en la animación de servicios pastorales, detectando y promoviendo líderes, y estimulando la corresponsabilidad de todos, en la comunión jerárquica y orgánica, para una cultura de reconciliación y solidaridad. No podríamos olvidar la dimensión misionera de los diáconos permanentes, pues ha sido uno de los ejes fundamentales de nuestra organicidad pastoral. Estos ejes son la comunión y la misionariedad, y han dado tanto fruto tanto en las misiones diocesanas como en las misiones populares en las parroquias, y aquéllas emprendidas por asociaciones de fieles y movimientos. Lamisionariedad fructifica cuando hay comunión, por ello, el Obispo y los sacerdotes, en este aspecto que estamos considerando, han de acompañar a los diáconos permanentes en su proceso formativo y de santificación y en el ejercicio de su ministerio, integrándolos activamente en la vida pastoral y fraterna, esto es, en una «fraternidad del Orden Sagrado», en un espacio de verdadera fraternidad, que es obra del Espíritu Santo. Nuestro Obispo solicita a menudo a los diáconos permanentes casados el mantener siempre un gran equilibrio con respecto al tiempo que le dedican a su familia, a su trabajo y a su ministerio, y que sean ejemplos vivos de la unidad y amor familiar en sus hogares.

¿Qué es el diaconado permanente?

El sacramento del ministerio apostólico comporta tres grados. De hecho «el ministerio eclesiástico de institución divina es ejercido en diversas categorías por aquellos que ya desde antiguo se llaman obispos, presbíteros, diáconos»(Conc. Ecum. Vat. II, Const. Dogm. Lumen Gentium, 28) Junto a los presbíteros y a los diáconos, que prestan su ayuda, los obispos han recibido el ministerio pastoral en la comunidad y presiden en lugar de Dios a la grey de la que son los pastores, como maestros de doctrina, sacerdotes del culto sagrado y ministros de gobierno.(Cf. ibidem, 20; C.I.C., can. 375, § 1.)La institución diaconal floreció, en la Iglesia de Occidente, hasta el siglo V; después, por varias razones conoció una lenta decadencia, terminando por permanecer sólo como etapa intermedia para los candidatos a la ordenación sacerdotal.El Concilio de Trento dispuso que el diaconado permanente fuese restablecido, como era antiguamente, según su propia naturaleza, como función originaria en la Iglesia.(Cf. Concilio de Trento, Sesión XIII, Decreto De reformatione, c. 17: ConciliorumOecumenicorum Decreta, ed. biligue cit., p. 750.) Pero tal prescripción no encontró una actuación concreta.El Concilio Vaticano II determinó que «se podrá restablecer el diaconado en adelante como grado propio y permanente de la Jerarquía... (y) podrá ser conferido a los varones de edad madura, aunn casados, y también a jóvenes idóneos, para quienes debe mantenerse firme la ley del celibato», según la constante tradición.( LG 29) Las razones que han determinado esta elección fueron sustancialmente tres: a) el deseo de enriquecer a la Iglesia con las funciones del ministerio diaconal que de otro modo, en muchas regiones, difícilmente hubieran podido ser llevadas a cabo; b) la intención de reforzar con la gracia de la ordenación diaconal a aquellos que ya ejercían de hecho funciones diaconales; c) la preocupación de aportar ministros sagrados a aquellas regiones que sufrían la escasez de clero. Estas razones ponen de manifiesto que la restauración del diaconado permanente no pretendía de ningún modo comprometer el significado, la función y el florecimiento del sacerdocio ministerial que siempre debe ser generosamente promovido por ser insustituible.Pablo VI, para actuar las indicaciones conciliares, estableció, con la carta apostólica «Sacrumdiaconatusordinem» (18 de junio de 1967),(AAS 59 (1967), 697-704) las reglas generales para la restauración del diaconado permanente en la Iglesia latina. El año sucesivo, con la constitución apostólica «Pontificalisromanirecognitio» (18 de junio de 1968),(AAS 60 (1968), 369-373) aprobó el nuevo rito para conferir las sagradas órdenes del episcopado, del presbiterado y del diaconado, definiendo del mismo modo la materia y la forma de las mismas ordenaciones, y, finalmente, con la carta apostólica «Ad pascendum» (15 de agosto de 1972),(AAS 64 (1972), 534-540) precisó las condiciones para la admisión y la ordenación de los candidatos al diaconado. Los elementos esenciales de esta normativa fueron recogidos entre las normas del Código de derecho canónico, promulgado por el papa Juan Pablo II el 25 de enero de 1983.(Los cánones que hablan explícitamente de los diáconos son una decena: 236, 276, § 2, 3o; 281, § 3; 288; 1031, §§ 2-3; 1032, § 3; 1035, § 1; 1037; 1042, 1o; 1050, 3o.)

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